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Algo sobre la línea doce del metro…


Durante varios años estuve a la espera de que funcionara la línea 12 del metro de la ciudad de México, que va de Mixcoac a Tláhuac, hasta que finalmente en el mes de enero de 2013 se hizo la inauguración oficial. Son veinte estaciones que van subterráneas hasta la estación Atlalilco y viceversa; pues a partir de la estación Culhuacán el metro sale a la superficie, y se puede disfrutar del paisaje y los suburbios de la zona de Iztapalapa, el Cerro de la estrella y una amplia zona del valle de México. Mis amigos se burlaron de mí el día que les comenté la experiencia del tren elevado, cuando la comparé con una línea similar del metro de París, que me llevó a conocer la torre Eiffel.

─ ¡De cual fumaste me dijeron y se rieron a tambor batiente, pese a que antepuse la frase…─Toda proporción guardada─ ya que hay mucha diferencia entre un lugar y otro!

A partir de la avenida Ermita en Iztapalapa, el metro sigue el trazo de la avenida Tláhuac, hasta llegar a Zapotitlán, dónde hace un pequeño giro y se desvía para llegar a Tlaltenco y Tláhuac, y para cuando llega a la estación terminal llega casi vacío. Unas jovencitas iban haciendo bromas y entre risas alcancé a escuchar:

─ ¡Ya nos salimos de la civilización… ja, ja, ja!

Y efectivamente, en esta zona se ven casas muy dispersas e invernaderos con sembradíos de hortalizas; algunas cabras y vacas demasiados flacas pastan a su antojo en los rastrojos de maíz.

La vista panorámica es magnífica, a lo lejos se ve el cerro del Ajusco, iluminado parcialmente por el sol y el trazo de la carretera vieja a Cuernavaca a la altura del mirador. El perfil de los cerros que rodean a la ciudad por esta parte, es hermoso y destacan varios montículos en forma de conos truncados, que me dan la impresión que debajo de ellos hay pirámides de nuestros ancestros, que como centinelas resguardan el inmenso valle.

Lejanos quedaron los días en que con un grupo de alumnos de la primera generación, de la Universidad Metropolitana Xochimilco (1975), visitamos a los vecinos de la colonia “La nopalera”, para elaborar encuestas sobre la posibilidad de instalar una clínica de servicios dentales, la cual inició labores un año después, en un predio ubicado detrás de la parroquia de la población de Tláhuac, en la delegación del mismo nombre. En aquella época solo existían construcciones sencillas rodeadas por bardas de piedra, de las cuales ya solo quedan unas cuantas, y la calle de la clínica estaba abierta al tránsito, por lo cual podíamos estacionar nuestros vehículos enfrente de la misma.

El acceso vehicular a Tláhuac únicamente podía realizarse desde Xochimilco, a través de una carretera angosta que rodeaba los pueblos de Mixquic y Tulyehualco, ya que la avenida Tláhuac, que entonces se llamaba México-Tulyehualco, estaba parcialmente pavimentada y era de difícil acceso. También existía una brecha de terracería que atravesaba los terrenos que hoy ocupa la colonia Del mar; y precisamente desde aquí nos atrevimos a investigar que había sido de los Manatís que habían traído desde los estados de Tabasco y Chiapas, para que se comieran el lirio acuático que infestaban los canales. Unos lugareños nos informaron que habían muerto porque no soportaron el agua fría, otros dijeron que los habían matado para comérselos, y los menos… porque les parecían animales diabólicos, pero lo cierto es que ya no encontramos ningún rastro de estos rarísimos animales acuáticos emparentados con los elefantes.

Años más tarde se pavimentó y rehabilitó la avenida Tláhuac y desde entonces ese fue el camino utilizado para llegar a la clínica, hasta que se iniciaron las obras de construcción del metro elevado, y tuvimos que implementar una nueva ruta, alrededor del maloliente canal de Chalco, pero hacíamos una hora para llegar y dos horas para regresar, así es que para muchos y para mí, la llegada del metro significó el final de una odisea. Y así, durante más de un año estuve disfrutando junto a miles de usuarios de la línea dorada, orgullo y tarjeta de presentación política del inefable Marcelo Ebrard Casaubón, quien ya se sentía candidato a la presidencia de la república, en las próximas elecciones.

Pero en abril del año en curso, la flamante línea dorada dejó de funcionar y quedaron a la vista de todos las ineficiencias y corruptelas de funcionarios y compañías, encabezadas por el señor Ebrard, que a estas alturas debe estar en París estudiando como allá si funcionan los tramos elevados, y del porqué se tenían que haber comprado vagones que fueran compatibles con las vías, y estar más atento para que los funcionarios y compañías trasnacionales no se hubieran pasado de listos y de listas, cobrando sumas millonarias por supuestas supervisiones y certificaciones de que todo estaba en su punto.

─¡ Ah…pero eso sí…con el pretexto de dar mejor servicio y mantenimiento al metro, el actual jefe de gobierno realizó una campaña y logró elevar a cinco pesos el costo del viaje sencillo afortunadamente para él, meses antes de que pasaran los hechos que todos conocemos!

─ ¡Y ahora me pregunto…¿Hasta cuando funcionará de nuevo el susodicho metro?….Pero seguramente todos tenemos en la mente la siguiente reflexión:

─ ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando a los políticos corruptos?


Mtro. Amir Gómez León
Profesor del Departamento de Atención a la Salud, UAMX

Corrección: Claudia Sánchez Vences

Fotografía: José Ventura Flores Velasco

Boletín Informativo CAUCE