Historia
El programa de Maestría en Medicina Social nace en 1975. Es el primer programa de posgrado de la UAM, pionero de esta corriente de pensamiento en América Latina y referente de otros programas de estudio en la región. A lo largo de sus 42 años de trayectoria ha formado recursos humanos de alto nivel para la docencia, la investigación y la planeación. En 30 generaciones, la Maestría en Medicina Social ha recibido a estudiantes nacionales, latinoamericanos, norteamericanos, europeos y asiáticos.
Datos de 2015 revelan que los estudiantes y empleadores están satisfechos con el tipo de recursos formados por el Programa. El tiempo promedio en que un egresado consigue insertarse en el mercado laboral es menor a 6 meses; el 90% señaló contar con empleo actualmente, la tercera parte de los encuestados (32.9%) señaló trabajar en instituciones de educación superior y otra tercera parte (30.3%) en organismos públicos. Poco más de la tercera parte (37%) realiza actividades de investigación. En su percepción, 77% de los egresados consideran que su actividad laboral guarda una total o alta relación con sus estudios de posgrado. El 92.8% de los encuestados evaluó el programa como "bueno" y "excelente" y el 88% señaló "mucha" satisfacción con el programa. Tres cuartas partes de los encuestados (83.5%) señaló que ha participado en proyectos de investigación y de éstos, destaca que casi la mitad (44.6%) lo hizo como coordinador o como director. El 57.5% de los encuestados participa en asociaciones o comités científicos y académicos. Otro dato para ponderar el impacto de la formación de recursos humanos de este programa es que un número significativo de los egresados (14%) pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) , de los cuales el 91% son de nivel I y II. por otra parte, el 62% de los encuestados participa en la dirección de tesis y el 53% participa en asesorías o tutorías en programas de posgrado.
Fiel al espíritu crítico que caracteriza a la UAM, la Maestría en Medicina Social mantiene una visión alternativa a los enfoques dominantes en salud pública. Al plantear que los perfiles epidemiológicos y las prácticas en salud tienen carácter sociohistórico, la Medicina Social explica las diferencias en la morbimortalidad de los grupos humanos de acuerdo a la inserción en la estructura económica, así como por su posición en las relaciones de poder y en el campo de la cultura. La premisa de la determinación social del proceso salud-enfermedad colectivo permitió importantes avances en la delimitación del campo de estudio y siguen siendo explicativos de las condiciones de salud de los colectivos humanos.
Las nuevas modalidades en la generación de plusvalor y la polarización en la concentración del ingreso han generado un incremento en las inequidades sociales, con el consecuente aumento en la población en situación de pobreza, así como modificaciones a los procesos de trabajo y los patrones de consumo. Al mismo tiempo, el tránsito de regímenes políticos de bienestar social a regímenes de corte neoliberal, ha determinado cambios en las políticas y programas con los que se busca resolver las problemáticas sanitarias. Todo ello se expresa de manera particular en la salud, la calidad de vida y las condiciones de atención de los distintos grupos que conforman la sociedad.
Desde su inicio, la docencia en la Maestría en Medicina Social se organizó sobre la base de la metodología modular y alrededor de problemas relevantes de investigación. Con ello, los alumnos logran independencia en el estudio, competencias en la formulación de problemas, habilidad en la búsqueda de soluciones y capacidad para trabajar en grupo.
Las investigaciones del grupo docente de este programa han contribuido significativamente en el desarrollo de los planteamientos médico-sociales. Los productos de estas investigaciones han sido ampliamente difundidos, tanto en foros académicos como mediante publicaciones nacionales e internacionales.
Los aportes emanados del grupo de profesores, alumnos y exalumnos de la Maestría en Medicina Social continúan siendo referentes obligados tanto para la conducción de proyectos de investigación, como para la definición de políticas y programas, por su orientación interdisciplinaria, crítica y propositiva frente a las realidades sociosanitarias, prácticas y respuestas en salud de distintos grupos y regiones, así como por su apego a valores de compromiso y justicia social, ética, legalidad y solidaridad.
Lo anterior pone de manifiesto la vigencia y pertinencia de las principales premisas teóricas que dieron estructura al Plan de Estudios, ya que ofrecen una explicación que permite comprender los procesos sociales asociados a las condiciones de salud que muestra una sociedad en diferentes periodos, sin dejar de considerar su especificidad histórica y cultural.