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Picasso (1881-1973), es referencia indispensable en el arte del siglo XX. Dibujante que en su precocidad retaba los esfuerzos académicos de su padre; pintor que absorvía enseñanzas propias y ajenas, como la de Braque y las revueltas del cubismo; escultor cargado de dinamismo y hombre que con unos trozos de madera invocaba un universo. Pablo Picasso fue la genialidad que admite biografía. Dramaturgo, ceramista, grabador e histrión que posaba sin recelos para el fotógrafo Duncan, o que "actuaba" para Georges Clouzot quien lo filmó en "El misterio de Picasso".

Ahora, Espacio Babel presenta "Hombre barbado con corona de olivo" (grabado en linóleo, 1962), es una pieza que da idea de la enorme vitalidad de un artista octogenario. Esta gráfica es una de los cientos de propuestas en donde el espíritu helenístico llenaba el imaginario edénico de Picasso. Un rostro que utiliza los ecos del cubismo, con mejillas encarnadas, ojos expresivos y una guirnalda que confunde sus tonos con la piel del personaje.

Podría decirse que Pablo Picasso hizo de la gráfica una suerte de relevo que le daba la posibilidad de ir y venir por caminos disímbolos, que lo enfrentaban a una plástica que jamás encayó, porque navegaba en aguas de viril turbulencia.